martes, 16 de septiembre de 2014

¿Qué es el futurismo?

"Proponemos celebrar el amor al peligro, la costumbre de la energía y la intrepidez. Valor, audacia y rebelión serán los elementos esenciales de nuestras poesía... Afirmamos que la magnificencia del mundo ha sido enriquecida con una nueva belleza: la belleza de la velocidad... Un auto de carreras que parece moverse sobre la metralla es más hermoso que la Victoria de Samotracia... Excepto en la lucha, no hay más belleza. Ningún trabajo carente de un carácter agresivo puede ser una obra de arte".
Manifiesto del futurismo publicado en Le Figaró, París, 20 de febrero de 1909.


"Destruir el culto al pasado... invalidar totalmente toda clase de imitaciones... elevar todos los atentados al rango de originalidad... considerar a los críticos de arte como inútiles y peligrosos... dejar limpio el campo entero del arte de todos los temas y asuntos que han sido utilizados en el pasado... apoyarse en y glorificar nuestro mundo de cada día, un mundo que va a ser transformado continua y espléndidamente por la ciencia victoriosa".
Manifiesto de los pintores futuristas Boccioni, Carra, Russolo, Balla y Severini.


El futurismo es el primer movimiento en el arte moderno que, aprovechando la libertad ofrecida por la fragmentación de la imagen perceptiva, creó formas de arte determinadas por la imaginación o la fantasía. Ha sido importante el papel que desempeñaron en su formación poetas y propagandistas literarios.


El poeta italiano Filippo Tomaso Marinetti (1876-1944) fundó el futurismo como movimiento revolucionario de todas las artes, para poner a prueba sus ideas y formas contra las realidades nuevas de la sociedad científica e industrial. Su manifiesto proclamaba la pasión por la guerra, la era de las máquinas, la velocidad y la vida moderna. Impugnaba los museos, las librerías, el moralismo y el feminismo. En valiosas frases retóricas enunciaba el fin del arte del pasado (le passéisme) y el nacimiento de un arte del futuro (le futurisme). Tuvo una enorme repercusión a nivel mundial, el lema de “la palabra en libertad” justificó un protagonismo inusual del tipo en una disposición espacial inédita, en la cual la letra se libera de la alineación clásica adoptando formas concretas figurativas. En estas propuestas quedará integrado, desde entonces, el diseño gráfico y sus múltiples disciplinas.


El manifiesto es un documento lógico. Comienza por declarar que la creciente necesidad de verdad no puede ya ser satisfecha por la forma y el color según eran entendidos en el pasado. Todas las cosas se mueven y corren, cambian rápidamente, y es-te dinamismo universal es lo que el artista debe esforzarse por representar. El espacio ya no existe, o existe únicamente como ambiente dentro del cual los cuerpos se mueven e interpenetran. El color es iridiscente, titilante; las sombras son luminosas, vacilantes. Se le exige al artista que exprese la vorágine de la vida moderna, una vida de acero, fiebre, orgullo y temeraria velocidad. Este hincapié en las cualidades dinámicas de la vida comenzó con los impresionistas, pero ellos no resolvieron el problema de representar el movimiento en las formas estáticas de la pintura y la escultura. La solución futurista era un tanto ingenua. Un caballo al galope, decían, no tiene cuatro patas sino veinte, y el movimiento de éstas es triangular. En consecuencia pintaron seres vivos (animales y humanos) con múltiples miembros ordenados en serie o radialmente. Por otra parte, el sonido podía ser representado como una sucesión de ondas y el color como un ritmo prismático. Los pintores futuristas fueron los primeros en emplear la palabra simultaneidad en el contexto del arte visual, para representar la existencia o los acontecimientos concomitantes; como la presentación de diferentes perspectivas en una misma obra de arte.


Como ferviente admirador formal de la letra Marinetti, “motor” poético del movimiento italiano, concede a la tipografía un papel inédito hasta entonces en el juego de las formas plásticas, iniciándose con él una curiosa y positiva “revolución tipográfica". La letra, que ya había adquirido una cierta paridad jerárquica con la imagen gracias a la labor experimental de algunos arquitectos modernistas (Van de Velde, Berlage, Behrens, Olbrich, Hoffmann, Wagner) y de diseñadores gráficos especialmente preocupados por el tema (Eckman, Bernhad, Moser, Weiss), asume en los manifiestos futuristas una entidad pictórica. Para ellos, la forma de la tipografía debía enfatizar el contenido escrito, huyendo de las normas establecidas por la tradición sobre la armonía.


Marinetti y sus seguidores, poetas y pintores (Humberto Boccioni, Carlo Carrá, Luiggi Russolo, Giacomo Balla y Gino Severini), produjeron una poesía con carga explosiva y emocional que desafiaba la sintaxis y la gramática ortodoxas. El diseño tipográfico fue llevado al campo de batalla artístico. La armonía fue rechazada como una cualidad del diseño porque contradecía “los saltos y estallidos de estilo que fluían a lo largo de la página”. En una cuadrilla, la combinación de tres o cuatro colores de tinta y 20 tipos de letra (itálica para impresiones rápidas, negritas para ruidos y sonidos violentos) podrían redoblar el poder expresivo de las palabras. Palabras libres, dinámicas como un torpedo, podían proporcionar la velocidad de estrellas, nubes, aeroplanos, trenes, olas, explosivos, moléculas y átomos.


En la página impresa había nacido un diseño tipográfico nuevo e íntimamente relacionado con la pintura, llamado “tipografía libre” y “palabras en libertad”. Desde la invención del tipo móvil, la mayor parte del diseño gráfico había tenido una estructura horizontal y vertical. Los poetas futuristas, librados de la tradición, animaron sus páginas con una composición dinámica, no lineal; realizada por medio de palabras y letras pegadas en lugar de la reproducción fotográfica. Ellos iniciaron la publicación de manifiestos, la experimentación tipográfica y las maniobras publicitarias, miles de volantes eran arrojados a las multitudes.


La guerra que estalló dispersó al grupo, que no se reconstruyó. Más allá de su corta duración, los futuristas contribuyeron al movimiento moderno de forma diversa e importante. Intentaron representar el movimiento, sus pinturas siguen siendo hoy símbolos plásticos de ello, pero fueron dejados atrás por el cinematógrafo. Desarrollaron una nueva sensibilidad para los objetos típicos de nuestros tiempos, especialmente para la máquina, y para las preocupaciones del hombre moderno, sobre todo por la velocidad.

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